Mac entra en el hotel en busca de Elizabeth. Está desesperado.
--¡¡no la voy a volver a perder¡¡ ¡¡no¡¡
Sebastián, mientras, se siente más tranquilo al darse cuenta que Elizabeth no habló con Victoria:
--Yo te puedo explicar lo que pasó...
Elizabeth está muy herida por su desengaño con Mac:
--yo no quiero hablar contigo.
--¿porqué no?¿¿estás enojada conmigo?¿¿en serio no hablaste con Victoria? Por favor, ¡¡dime algo¡¡
Elizabeth siente pena por él. Aunque no ha hablado con su amiga, la culpa de ese torero le confirma que Victoria se dio el gusto. Le da igual aunque si le duele que Sebastián se sienta mal por algo que ella provocó pero tampoco le apetece discutir con Sebastián. Quiere que desaparezca pronto de su vida. Lo acaricia:
--ya no te sientas culpable de nada.
Los labios de ella son toda una tentación, los quiere besar pero ella se aparta de él.
--te juro que por un momento me olvidé de todo pero sólo fue un sueño bonito. Te agradezco que me hicieras sentir tan bien pero yo tengo otro lado. Me voy. Vuelvo a mi casa.
--pero así ¿sin más?
--Es como lo tenía previsto.
Él la acaricia muy triste:
--es que me estaba enamorando de ti. Yo...
Elizabeth le pone la mano en los labios:
--no sigas. Se acabó. Yo me voy, no nos volveremos a ver.
Sebastián la abraza con desesperación.
--no digas eso, yo toreo por América. Cuando esté en México nos podremos ver.
--No lo sé, tal vez, pero quiero tiempo. Ahora quiero despertar del sueño. No es nada en tu contra pero se acabó y no tiene caso alargar esto.
Sebastián está verdaderamente interesado en Elizabeth, aunque sabe que se ha portado mal. No quiere renunciar a ella. La besa en las manos, con dulzura le dice:
--almenos deja que nos despidamos bien. Por favor. No quiero que nos dejemos un gusto tan amargo.
--No.
--¿porqué?
No lo quiere lastimar pero tampoco sabe cómo sacárselo de encima.
--estoy enamorada de otro.
Esto es toda una puñalada para el guapísimo torero.
--¿¿¡qué?¡ ¡¡¿tienes novio?¡
Elizabeth no se atreve a decirle toda la verdad:
--no es eso, él me lastimó. Nunca fuimos nada, sólo se divirtió conmigo.
--¿entonces? Deja que yo te ayude a olvidarlo.
Él le pone las manos en las mejillas, la quiere besar:
--yo sentí que me estabas queriendo.
Elizabeth se aparta de él:
--me equivoqué. Por favor. No me hagas las cosas más difíciles.
Sebastián la acaricia con dulzura, la mira lloroso:
--yo no te quiero causar problemas. Yo te quería hacer feliz.
Él le da un beso en la mejilla:
--siento que lo nuestro no pudiera ser, hasta siempre.
Aunque le da pena verlo triste, Elizabeth sólo quiere pensar en Mac, siente que se le quita un peso de encima al ver partir al torero. Desde la puerta y tragándose las lágrimas:
--si algún día me echas de menos no dudes en llamarme.
Él cierra la puerta. Se le escapan las lágrimas. Mira el reloj. Ya es tarde, mañana tiene una corrida y quiere estar descansando. Baja en el ascensor, aunque quiere olvidarlo está triste. No quiere pensar pero no puede dejar de pensar en ella. Ella que no deja de pensar en su reencuentro con Mac con amor y con rabia. Llora.
--¡¡me engaño, me volvió engañar¡
Al bajar del ascensor, Sebastián se topa cara a cara con Mac que iba a subir. Sebastián sonríe, le hace ilusión conocer al modelo.
--¡¡hey hola¡
A Mac le sorprende que el torero lo trate como si lo conoces:
--¿te conozco?
Mientras, en Dallas, un hombre de unos 50 años, lleva una silla de ruedas con un anciano. Pasean por el jardín de un gran rancho.
--¿y que sabes de mi niña, Emilio? --pregunta el anciano.
Emilio sonríe:
--Elizabeth ya es una mujer. Debes acostumbrarla a tratarla como lo que es. Cualquier día de estos nos presenta un novio.
El anciano se enfada:
--¡¡no, no me da la gana¡ ¡aún no ha nacido el hombre que haga feliz a mi nieta¡ --dice el anciano dándose golpes en las piernas.
--Ya papá, no puedes ser tan posesivo. Elizabeth tiene derecho a hacer tu vida.
--¡¡tu deberías preocuparte por con quien anda tu hija, si no me gusta el novio no sale con él¡
Emilio no hace caso a su padre. El anciano sigue hablando:
--estoy deseando ver a mi nieta.
--llega el jueves.
--¡¡que bueno¡ --con alegría-- es la única que me hace caso en esta casa. Me la paso solo.
--No sigas injusto papá, tienes todo lo que necesitas.
--¿que qué ? --el anciano con reproche--Tú te la pasas trabajando y tu hijo encerrado en su cuarto haciendo no sé que.
--¿porqué le tienes tan mala voluntad a Joe?
--¡¡porque es rarito... rarito¡¡
--por favor papá, es un chico de 17 años que tiene toda la vida por vivir.
--¡¡pero la vive de una manera equivocada¡
--es su manera y hay que respetársela.
--¡¡te vas a arrepentir de haberle dejado hacer lo que sea que haga ese cochino¡
--en el corazón no se manda, yo no le puede decir como debe vivir.
--¡¡como sea, yo sólo tuve una nieta, no dos y si no es macho pues no es mi nieto ¡¡sólo es tu hijo¡ ¡¡ya verás tú lo que haces con él y cuando acabe mal no digas que no te lo advertí¡
--bueno papá, dejemos el tema, siempre discutimos por lo mismo.
--¡¡porque yo tengo razón¡¡
--siempre quieres tener razon..ñ
--¡¡es que me aburro, hace tiempo que no tenemos una buena fiesta¡¡
--tu cumpleaños lo celebramos a lo grande.
--¡¡esas fiestas parecen un funeral¡¡ Yo quiero una fiestaza como tus bodas.--el anciano se ríe-- lo que me divertía en tus bodas.
Emilio sonríe:
--no cambias papá.
--¿para cuando la próxima, ya hace tres años de la última?
--no, ya tuve bastante con cuatro divorcios.
--sólo te has casado con perdidas pero bueno almenos dos de ella te dieron hijos y te pudiste quedar con ellos. Aunque a Joe se lo podrían haber llevado. Menos mal que no le llamaste Emilio como nosotros. Y yo que me enfadé... es lo único bueno de ese ratito que no lleva mi.nombre.
--ya papá..No me gusta que hables así de mi hijo.
--es que ni su madre lo quiere. Porque bueno la mamá de Elizabeth se murió despues del divorcio pero tu segunda esposa a saber dónde anda y no se preocupa de su hijo.
--Por suerte las dos últimas no me dieron hijo. No quiero cometer más errores. No esperes otra boda mía. No habrá quinta boda.
Con cierta ironia, el anciano pregunta a su hijo:
--¿ni que apareciera Inés?
El corazón de Emilio late con fuerza.
--¡no quiero hablar de eso¡
Es herida que aún le duele.
--a ninguna de tus esposas la amaste como a ella, no debiste dejarla ¿y si de verdad esperaba un hijo tuyo?
--¡¡eso era un truco¡¡
--¿y si la que decía la verdad era Inés? ¡¡tú le creiste a tu novia que era un invento, no le creiste a Inés pero sí le creiste a la otra que se convirtió en tu tercera esposa y no te dio hijos. Si algún día regresa Inés con un hijo tuyo no te lo vas a perdonar.
--¿y que hay de ti papá? Yo te puedo decir lo mismo ¿y si Raquel te dijo la verdad?¿y si de repente tengo un hermano de la edad de mi hija?
Lleno de odio, el anciano dice:
--¡¡Raquel era una vieja¡¿quien le iba a creer un embarazo?¡
Sebastián está frente a Mac.
--bueno es que me encanta tu perfume. ¿no me das tu autografo? --dice Sebastián dándole un papel.
--si claro.
Los dos guapos chocan sus manos.
--bueno, te dejo que me espera mi novia.
--si claro.
Sebastián se va y Mac llega a la habitación de Elizabeth.
--¿¿qué haces aquí? --dice ella al abrir.
--tenemos que hablar.
Ella le quiere cerrar la puerta en la cara pero él entra.
--Elizabeth yo...
Suena el celular de él, insiste. Mira quien es.
--perdona... es mi madre.
Cuando cuelga Mac le dice a Elizabeth:
--la tenía que atender, es mayor y se pone mal muy seguido.
Elizabeth habla muy dolida:
--si ya la recuerdo la vi un par de veces... era una vieja muy gruñona y posesiva... Raquel se llamaba ¿no?
--solo me tiene a mi...
--¿no lograste que te hablara de tu padre?Recuerdo que te obsesionaba el tema.
--no, al parecer es un hombre al que quiso mucho pero la abandonó embarazada...
--supongo que no esperaría un embarazo... a su edad... ¡¡si pasaría de los 50 cuando se embarazó...¡¡
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