sábado, 10 de octubre de 2020

Capítulo 22

 




Elizabeth mira impresionada a Sebastián.

--¿¿¿qué haces aquí?¡

Él se levanta, entre ambos hay una atracción muy fuerte que los une.

-- te viene a buscar.

Elizabeth mira al torero como si fuera su salvador. Él la mira con ternura:

--sé que la has pasado mal y no te quiero ver triste.

Sonrie:

--espero que mi visita te alegre un poco, espero.

Ella lo mira con cariño. Mira a su amiga:

--¿tú lo llamaste?

--No. Fue cosa mía. leí por el periódico que no te habías casado y pensé venir a buscarte cuando comenzara mi temporada en América, en dos días tengo que estar en México, no te quiero presionar... sólo te quería ver.

Los examantes se miran frente a frente. Él es muy guapo, un buen remedio a las heridas de su alma. Ella lo acaricia:

--llegas en el mejor momento.

--Lo sé, me encontré con Victoria por casualidad, no me atrevía a buscarte, ella me lo ha contado todo. Te juro que lo siento.

Elizabeth lo abraza fuertemente. Los dos se quedan un buen rato en silencio.

--bueno, yo me voy --dice Victoria.

Elizabeth no le dice nada.

--gracias por todo --le dice Sebastián a Victoria.

Victoria se aleja pero se los queda mirando, los dos en silencio muy abrazados. Victoria mira por primera vez a Sebastián con otros ojos, ve más allá de la belleza de su cuerpo. Siente algo de celos:

--la verdad es que me gustaría que un hombre fuera tan dulce conmigo pero ni modo. Me tendré que resignar a que se diviertan conmigo.

Le duele un poco que Sebastián la haya hablado sólo como la amiga de la chica que le gusta olvidando que se acostaron juntos.

--Ese es mi sino, de ella todos se enamoran pero a mí me buscan y se olvidan.

Resignada, Victoria se aleja. Elizabeth y Sebastián se acarician, se miran con cariño.

--¿en serio te gusta que haya venido?

--Ahora que estás aquí pienso que yo debí llamarte, que debí pedirte perdón, que aquel día en que te dejó debí saber que era un error... Yo...

Él le pone el dedo en las labios, la mira dulcemente.

--en todo caso la culpa es mía, si yo no te hubiera invitado a aquella presentación a lo mejor no te hubieras encontrado con él.

--y mi hermano estaría vivo --llora ella.

Él seca las lágrimas de ella con sus labios. Desea besarla pero no lo hace porque le parece demasiado pronto.

--no puedes cambiar el pasado pero puedes mejorar tu futuro. Debes seguir hacia delante. 

--pero es que es tan duro.

Ella lo mira triste y él le acaricia los cabellos con dulzura:

--yo te puedo ayudar.

--Ya me estás ayudando, te juro que sólo por el que hecho que pese a todo me hayas venido a buscar sin importarte lo que pasó.

Él sonríe con mucho cariño, a ella esa sonrisa la llena de paz:

--no me amas, no puedo culparte de nada. Yo te juro que prefiero la sinceridad. Si querías estar con otro pues bueno, te juro que no quería que lo pasaras mal.

Elizabeth se seca las lagrimas, lo toma de la mano:

--estas aquí y eso es lo que cuenta. Cierto no te amo pero eres el hombre que más cerca ha estado de hacerme sentir amor... bueno --muy triste-- ya sabes...

Él la besa dulcemente cerca del labio:

--¿quieres hablar de lo que pasó?

--No lo que pasó quiero olvidarlo. Yo me alejé de Mac y así pagué mis culpas pero eso no quiere decir que no pueda estar cerca de otro hombre, tratar de salvar mi vida... contigo.

Los dos se sonríen.

--a mi nada me gustaría más ¿comemos juntos?

Ella hace que sí con la cabeza.

--pero me tendrás que guiar tú... Yo aquí estoy como pez fuera del agua

--Te la debo, claro que sí.

Los dos caminan muy cercan el uno del otro, a veces sus manos se rozan, sus miradas se acarician.

--cuentame de ti, no me dejes pensar. No sé, hablame de tu trabajo, de lo que vas a hacer en America.

--no sé si es buena idea, no te gustan los toros.

--pero me gustas tú --dice ella sin pensar.

El corazón de él late con fuerza, está feliz pero no quiere presionar más a la mujer y eso que se muere por besarla. Entran los dos juntos en el restaurante favorito de la tejana.

--¿que me recomiendas? --le pregunta él con dulzura.

La comida transcurre en un ambiente muy cálido, se miran, él le acaricia la mano:

--aunque las circunstancias sean malas ha sido un gusto volver a encontrarte.

Ella sonríe casi sin darse cuenta por un momento su dolor queda aparcada. Él es muy dulce con ella:

--casi me olvidé lo bella que te pones cuando sonríes

--Hace tanto que no sonreía... en serio que te debo mucho. Me has salvado la vida.

--gracias a ti por aceptarme a tu lado.

Por algunos momentos la pareja siente que no ha pasado el tiempo, recuerda sus días en España. Ella especialmente quisiera borrar la pesadilla de los últimos meses de su memoria.

--no se puede borrar el pasado --dice él.

--pero tú me ayudas a hacer bonito el presente.

El corazón de él late con mucha fuerza pero no se quiere precipitar:

--¿vamos? --dice él mientras deja un dinero para pagar la cuenta.

Él se porta como todo un caballero. Salen muy animados.

--¿que quieres hacer ahora?

--No sé... sólo estar a tu lado.

--¿porqué no me enseñas tu ciudad?

Ella sólo quiere pasear tranquilamente colgada del brazo de él. Caminan hablando de todo y de nada. Empieza a anochecer...

--ya nos tendríamos que ir despidiendo.

--No quisiera que este día acabaría nunca. Mis noches y mis dias son tan grises. Gracias a ti he tenido un día maravilloso --dice ella.

Él la acaricia excitado.

--por mí no acabaría, he pasado la mejor tarde de mi vida.--tímido-- el día sería perfecto si aceptaras acompañarme a mi hotel.

Se hace un silencio, él teme que todo se estropee. Se prepaara por si Elizabeth lo bofetea pero ella le sonríe. Sebastián la mira nervioso:

--¿y bien?

Ella roza sus labios dulcemente, sorprendido pero feliz él responde y se unen en un apasionado beso. Ella lo abraza con desesperación:

--devuelme la vida, hazme sentir que no estoy muerta --le suplica  ella.

Él la acaricia, la besa:

--yo estoy dispuesto a demostrarte que te puedo ser feliz pero me tienes que dejar.

Ella lo abraza con una angustia pero a su lado se siente en paz:

--si, eso quiero.

Él sonríe satisfecho, acaricia los labios de ella con sus dedos:

--Te amo tanto.

Luego la besa y ella se funde en él. El siguiente beso es en el hotel donde se hospeda él. Los dos frente a la cama, se van desnudando. Ella tiembla asustada en sus brazos, le cuesta permitir que Sebastián borre las huellas de Mac, las heridas de su alma. Él la mira con mucho cariño:

--si no quieres... no lo hacemos, yo... no quiero que te sientas obligada... --jadea él ya sin la camisa.

Ella se termina de desnudar, él la mira con deseo.

--hazme olvidar... hazme sentir...

Sebastián recorre con sus manos el cuerpo desnudo de la mujer, luego cae a la cama. Ella se aferra a él, quiere vivir, quiere ser feliz, quiere amarlo. Mientras Mac está tumbado en su cama medio dormido. De pronto se levanta sofocado, alterado. Ha sentido un punzada en su alma.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capítulo 43 y ultimo

  Elizabeth está en su cuarto vestida de novia. Victoria está con ella. --¡¡me caso, hoy me caso¡¡ --Te vez tan bella,como la primera vez......